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De transportista a rey del aguacate

Con Junior valorando la cosecha

Madrugar, echarse agua, tomar un cafecito y despedirse de su esposa: todos los días era lo mismo para don Pedro Vindel.

Y siempre rapidito. A la carrera. Porque la vida así se lo exigía.

¿Y cuál era esa su vida?

Pues agarrar el timón de su autobús amarillo para ir a recorrer las caóticas vías de Managua llevando y trayendo pasajeros.

Ya puesto en la calle comenzaban los malabares para don Pedro. Primero con el tráfico para no atrasarse en los recorridos, pues era imperioso llegar a tiempo porque los chequeadores no perdonaban ninguna multa. Y después con los vendedores, mendigos y predicadores que invadían el bus y no dejaban avanzar a los pasajeros por el pasillo.

También había que ir ojo al cristo ante el acecho de carteristas y ladrones de toda calaña; y más atento aún con la injusticia de ciertos policías de tránsito.

 Sin embargo, la angustia mayor le caía a la hora de hacer cuentas. Que el combustible cada vez subiendo y subiendo. Que las llantas. Que el cambio de aceite. Que la vida cada vez más cara. Y para remate, el agotamiento después de pasar la jornada expuesto al solazo de la capital.

Pero un día de finales de febrero el transportista don Pedro Vindel no aguantó más y se dijo:

«Basta de esta vida, me voy a buscar cómo hacer otra cosa».

Sin pensarlo mucho vendió el autobús amarillo y se fue a comprar un terrenito en una zona fresca y verde, allá entre Masatepe y Jinotepe llamada Mirazul del Llano: la comunidad en donde don Pedro vive ahora con su familia cultivando aguacates, frijoles, arroz, y cuanto siembro se le ocurra.

Don Pedro bautizó a su finquita con el sugestivo nombre de “El Edén”. Y de verdad que el sitio es un paraíso de tranquilidad.

De estar en “El Edén” don Pedro tiene un poco más de dieciocho años. Desde entonces todo ha sido trabajo, aprendizaje y mucha felicidad para él y su gente.

Robusto y de verbo fácil, este agricultor no ahorra elogios a los productos Milagro que distribuye PROFYSA. Según dice, los productos Milagro hacen que su plantación pase cosechando casi todo el año unos aguacates que de tan grandes hasta curvan las ramazones.

Don Pedro mostrando el fruto

Pero insiste en testificar que ha sido vital el aprendizaje.

Por eso cada vez que él va a foliar sus árboles, llama al ingeniero asesor Junior Gómez de PROFYSA para que le oriente sobre qué aplicación realizar. Por supuesto que siempre tomando en cuenta en qué etapa están los cultivos.

“La verdad es que yo le he tenido una gran fe al producto Milagro”. Dice don Pedro con seguridad. “Mire esos frijoles”, agrega señalando unos hermosos surcos reverdecientes entre las hileras de árboles de aguacates. Y es que don Pedro no desaprovecha espacio: en medio del aguacatal ha sembrado leguminosas. Y por cierto, son unos frijoles sanos y reverdecientes.

Surcos de frijoles entre las hileras de aguacates

Don Pedro aplica Foliar Plus, 10-30-10, Oligomix, Engordador, El Pegador, Calciboro, Boramide, Albamin y Kalex. Aplicaciones preventivas que evitan que en su finca no haya plagas o enfermedades como ácaros o el cogollero.

«Para lograr esos niveles de sanidad aplicamos los productos Milagro cada dieciocho días —dice—. Y en octubre, sobre todo, lo hacemos cada quince días».

Don Pedro no se cansa de asegurar que el éxito está en el cuido y más que nada, en la inversión nutritiva con productos Milagro.

Y termina afirmando que gracias a su particular esfuerzo, y a Milagro, este año ya tiene asegurada la pólvora china y la comidita para despedir el año viejo con su familia.

Don Pedro Vindel y Milagro; una historia de confianza

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