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El niño vende pan que llegó a ser caficultor

Don Santos Martínez (El Gallo)

El hombre que organizaba las peleas callejeras le dijo:

—Vos chavalo vení. ¿Te querés agarrar con ese?

El niño vendedor le contestó:

— No. Es que mi mamá se puede dar cuenta.

El hombre le dijo entonces:

—No tengás miedo, tu mama no tiene por qué darse cuenta.

El niño vendedor la pensó un poco y al final le dijo:

—Yo peleo pero si me compra toda la venta de pan.

—Dale pues —le dijo el hombre que echaba a pelear a los chavalos.

Muchos años después don Santos Martínez González recordaría esa tarde en que supo que con el poder de sus puños podía llegar a ser campeón de boxeo. Pero al final no fue así. El niño Santos nunca llegó a ser campeón de boxeo porque el destino le tenía preparado otros triunfos.

De esos años de peleas callejeras solo le quedó el apodo con el que lo conocen por toda la zona de San Juan de Río Coco: El Gallo.

—Es que yo era bueno a los pijazos —recuerda don Santos sonriente.

Hoy don Santos Martínez González es un destacado caficultor con alto sentido de la innovación. De ello da fe el desarrollo y sanidad de su finca Las Flores. Una propiedad de más de cien manzanas ubicada en la comunidad de Samarcanda en la zona de San Juan de Río Coco. 

Don Santos es un señor afectuoso y conversador que recibe a sus amistades y conocidos en la cocina de su finca. Y mientras ofrece deliciosas piezas de pollo asado y pocillos de café a sus invitados, va contando cómo es que ha logrado hacer tan productiva su plantación.

Don Santos y su hijo Dénilson

—No ha sido fácil —dice—. Pero con dedicación y la buena asesoría de PROFYSA, ahí lo hemos ido logrando. 

A don Santos le brilla la mirada cuando se acuerda del día que llegaron a su finca los ingenieros María José Aguirre y Jorge Chavarría de PROFYSA, para proponerle una solución al problema de chasparria o «mancha de hierro».

Una solución llamada MICOSAT.

—La verdad es que he comprobado que los productos MICOSAT son excelentes —dice don SANTOS y luego agrega vehemente—: estoy encantado.

Don Santos es una persona que no conoce el egoísmo.

—Yo quiero que todos salgamos adelante —dice.

Y es por eso es que ha organizado un día de campo con otros productores de la zona para una charla MICOSAT. Luego de la charla y la comidita, lleva a sus invitados a un recorrido por sus cafetales.

El señor va delante de todos, sonriente, feliz.  Hablando de su experiencia de vida con el café, y por supuesto de MICOSAT. Debido a un problema en la columna, camina apoyándose suavemente en un bordón. Dirigiendo el grupo parece todo un patriarca bíblico.

Don Santos mostrando el cafetal a sus amigos

En un momento de la conversación con sus invitados le da por recordar a su madre

—Aunque éramos muy pobres, mi madre se esmeró con mucho imperio en hacernos buenas personas. Esa señora no se andaba con cuentos —recuerda con nostalgia—. Se hacía como ella decía o si no, agarrate papito.

Y así con el mismo esmero con que a él lo educó su madre, don Santos se ha propuesto con la instrucción de su hijo Dénilson. Un amable muchacho recién graduado de ingeniero agrónomo, a quien don Santos ha designado desde ya su sucesor en el oficio de cultivar el café.

—El seguirá mi legado —dice don Santos—. Para eso lo preparé. Y lo voy a mandar a Italia a que siga aprendiendo en cuanto nomás mejore esta situación de pandemia —termina diciendo don Santos.

Don Santos Martínez González; cariñosamente El Gallo de San Juan de Río Coco

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