Víctor Urbina: Me dieron en el matado

Víctor Urbina, comerciante y productor

En el Mercado Mayoreo de Managua el ajetreo es intenso: camiones cargados de plátanos y chiltomas echándose de retroceso casi que encima de la gente; vendedores ambulantes pregonando llaveros y gafas de sol a todo pulmón; carteristas sudorosos cazando distraídos, y predicadores evangélicos amenazando a los impíos con el fin del mundo.

Variopintas secuencias de un microcosmos que reverbera como una olla de frijoles hirviendo. Un bullicio constante que no distrae a un hombre con aspecto de jugador de beisbol que atento y jovial despacha a un cliente mientras otros esperan su turno.

El vendedor es Víctor Urbina, un especialista en el arte del regateo y la buena atención. Cualidades que lo posicionan ante sus clientes cómo un tipo considerado; es decir que nunca busca sacar ventaja, y solo procura brindar el mejor precio y la mejor calidad en sus productos.

Hijo de negociantes y emprendedor nato, este joven rivense también es agricultor. Pero esa es otra historia.

Hasta hace algunos años, Víctor se dedicaba exclusivamente a su negocio de frutas y verduras en el Mayoreo. Emprendimiento que, bajo la supervisión atenta de sus padres, iba creciendo y creciendo de modo generoso.

 A Víctor la experiencia le dio las claves principales del negocio. Por ejemplo, que los vegetales, frutas y verduras siempre deben tener cierto estándar de frescura y calidad. Es decir que el consumidor siempre querrá que tanto los plátanos, como las chiltomas, las papayas, las sandías, y resto de vegetales, deben tener buen tamaño, turgencia y gusto. Porque una buena fruta, bien cuidada, le dura más a los consumidores.

Entonces pensó que una solución sería establecer su propia cadena de valor, al menos en los productos de más demanda.

Da la casualidad que para entonces su papá enfermó, y a él le tocó asumir el roll en la finca familiar de Tolesmayda, en Buenos Aires. Era su oportunidad, pues, aún la finquita recién adquirida no estaba siendo explotada a como era debido. Por supuesto que no sería sencillo. Sabía que tendría que trabajar triple. Pero el reto en vez de desanimarlo lo motivó.

Hoy día Víctor tiene el control sobre la calidad y manejo de las papayas, limones, tomates, plátanos, chiltomas y otros vegetales que ofrece a su clientela.

Es obvio que fueron años de entrega y esfuerzo redoblado. Años de levantarse oscuro y acostarse a deshoras. Tiempos de sacrificios económicos y físicos. Años de construcción y aprendizaje que hoy le dan un rédito satisfactorio.

En medio del papayal, Víctor corta una papaya y la parte en pedazos. Reparte las jugosas rebanadas entre sus amigos que lo visitan, y luego con presunción certifica que nunca ha aplicado Hoja Verde-Etlefon para apurar la maduración de los frutos. Una decisión que le asegura atributos muy particulares a sus productos.

Víctor no rehúye confesar la fórmula de su éxito: trabajo, trabajo, trabajo y la aplicación de foliares MILAGRO.

Antes de aplicar los productos MILAGRO Víctor tuvo golpes que lo volvieron un hombre suspicaz, desconfiado. ¿La Razón? Pues haberse puesto en manos de gente que solo veían en él una venta más. Pero cuando apareció al ingeniero Junior Gómez de PROFYSA se relajó: Junior no le llegaba con cuentos. Llevaba la solución como caída del cielo. «Como anillo al dedo».

Aplicando ALBAMIN, ACTIVA, MIPOTASIO, CALCIBORO, BORAMIDE, todos los PROMET y resto de foliares MILAGRO en sus cultivos, Víctor por fin tuvo resultados efectivos y eficaces. Por fin acabó la malnutrición, las plagas y las muertes.

Hoy por hoy, Víctor le tiene un amor a la agricultura que no pensó llegar a tener nunca.

«Me dieron en el matado», afirma categórico en su finca de Buenos Aires, Rivas.

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De vender jocotes cocidos a agricultor y empresario exitoso

Ing. Luis Guillermo Alonso

Antes que el sol se eleve por encima del volcán Mombacho, Luis Guillermo Alonso salta de la cama y lo primero que hace es prepararse una limonada bien fuerte.

Ya comenzado el día este joven ingeniero industrial metido a agricultor, sube a su camioneta y sale raudo hacia su finquita La Hermosa, ubicada unos pocos kilómetros al este de la ciudad de Masaya, en la comunidad Santa Clara. 

Luis Guillermo Alonso nació en El Capulín, Granada y es hijo de agricultores.

Pese a su juventud es un emprendedor exitoso. Sin embargo, él mismo aclara que se las ha visto duras. Como muchos jóvenes nicaragüenses, Luis Guillermo estudió y se graduó al mismo tiempo que sacaba adelante una familia.

«En esos tiempos —se sincera—, hasta comprar una libra de queso se nos hacía difícil. Hasta jocotes cocidos vendimos para resolver».

Y sucedió lo esperado: el conocimiento adquirido lo sacó adelante.

Una vez graduado de ingeniero industrial, consiguió trabajo en una empresa, y más tarde, él mismo puso su propio taller de fibra de vidrio, donde hoy facilita empleo a muchas cabezas de familia. Entre el taller y la finquita, Luis Guillermo facilita empleo a más de 30 personas.

Luis Guillermo y sus colaboradores en La Hermosa

Hace unos pocos años estuvo a punto de irse de Nicaragua, pero tras pensarla bien decidió quedarse.

Una vez tomada la decisión, aprovechó una platita que se ganó en un negocio y compró la finca.

La primera vez que llegó a La Hermosa, se afligió de ver lo descuidada que estaba la plantación de cítricos. Entonces comenzó a preguntarse qué hacía, y fue cuando por cosas del destino alguien le dijo que en Comercial Agrícola del Pacífico podían ayudarle.

Sin pensarlo más fue a Masaya y en Comercial del Pacífico, el ingeniero Hugo Canales le dijo que la solución para sus problemas se llamaba foliares MILAGRO.

Refiere Luis Alonso que la pasión por el cultivo de los cítricos le viene de su padre quien era un amante del cultivo y cuido de los limones.

«Mi padre se llama Manuel Ernesto Alonso. Él cultivaba al modo tradicional, casi que sin tecnología. No pasaba de los fertilizantes básicos».

Y continúa:

«Es que eran tiempos distintos.

»Hoy, en cambio, es diferente; los suelos están cansados por el exceso de fertilizantes y herbicidas, y pues, tenemos que utilizar formas distintas de cultivo. Por eso es que me encantan los productos MILAGRO, porque son rapidísimos para actuar, y la relación costo beneficio es lo mejor. La inversión no es alta y las cosechas son buenísimas. Abundantes.

Ing. Luis Guillermo Alonso e ingeniero Junior Gómez de PROFYSA

»También me ha ayudado bastante el ingeniero Junior Gómez de PROFYSA. Él es un consejero muy capaz. Paso a paso me va dando las recomendaciones; y yo las tomo al pie de la letra.

»Es que estos MILAGROS, hacen milagros con los cultivos. Fíjese que acá hemos aplicado casi toda la paleta de MILAGRO.

Desde la lechita de madre, ALBAMIN, hasta el EKOTRON, pasando por OLIGOMIX, PROMET CALCIO, PROMET COBRE, BORAMIDE, ACTIVA, todos los KALEX y el resto de los productos MILAGRO.

Luis Guillermo está muy feliz con los resultados.

Algo para destacar es que, de un tiempo a esta parte en La Hermosa no se aplican herbicidas. Se chapoda a punto de machete para no seguir castigando el suelo. Y es que el suelo de esta finca se ha ido recuperando con aplicaciones generosas de EKOTRON y MICOSAT.

«Inmediatamente todo cambió, todo se activó —sonríe Luis—. Era una maravilla el limonal».

Luis Guillermo, no tiene reparos en afirmar que económicamente le ha ido excelente en los dos últimos años.

«Creo que he apostado muy bien. ¿Cómo no voy a estar contento?» Se pregunta sonriente y orgulloso.

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Con Milagro hasta la muerte

Erick Rodríguez Cruz

Tiene tan solo dieciséis años y es un muchacho tranquilo. Sin embargo, a tan corta edad ya ha logrado producir tremendas cosechas de chiltomas y tomates.

Cuando se le pregunta «¿cómo has hecho?» Responde que poniéndole mente a los consejos y trabajando duro.

Erick Rodríguez Cruz nació en La Cañada, una comunidad de pequeños hortaliceros al pie del famoso cerro La Mocuana, en La Trinidad, Estelí. Y desde que tiene uso y razón ha visto como su padre dedica su vida a hacer producir la tierra.

Erick y su ALBAMIN

Con sonrisa de niño cuenta que se siente orgulloso de su papá. De su forma de hacer las cosas. Y que por eso le ha ido bien.

Actualmente Erick cultiva una pequeña parcela en Las Gavetas, otra comunidad del enjambre que ronda el cerro La Mocuana.

Cuenta Erick que su padre, don Dodanis Rodríguez, se esmeró en enseñarle el valor del trabajo; y además los secretos de la agricultura. Y él hace honor a su padre tratando de mejorar y aprender más.

Por esa razón se sintió muy contento el día en que conoció a un ingeniero de la capacidad de Erling Moreno.

Dice Erick:

«Es que el ingeniero Moreno no para. Es muy buena gente. Nos ha ayudado mucho a los agricultores de la zona. Él a mí me ha enseñado otra manera de hacer las cosas. Con él, todo es más tecnificado. Mide con los aparatos y luego te dice cuál de los MILAGROS es el que vas a aplicar. Por esa razón es que este año he cosechado chiltomas y tomates hasta para volar para arriba».

Erick y el ingeniero Erling Moreno

«Es que no me puedo quedar con lo tradicional». Dice. «Uno debe escuchar. Hacerles entrada a los cambios».

Cuenta Erick que no hace mucho le dijo a su papá (con todo respeto, por supuesto):

«Ahí va a ver, con los MILAGROS nadie me va a meter la mano. Ni usted siquiera».

Y el papá solo se puso a reír. Le hizo gracia el atrevimiento del chavalo. En el fondo su padre también está orgulloso de él. Y no es para menos, en estos tiempos, un muchacho sano y trabajador es de mucho mérito. Y más todavía, siendo tan inteligente.

Porque Erick sabe escuchar; y cómo buen milenial le gusta estar al tanto de las tecnologías. Y no duda en afirmar que la tecnología MILAGRO es muy favorable económicamente.

Como tampoco es dejado en el amor, Erick ahora vive en Las Tablas porque de ahí es su compañera Belkis Noelia Cruz.

¿Tan joven? Le preguntamos.

«Y qué tiene pues. ¿Acaso no sé trabajar ya? Además, tengo a MILAGRO de respaldo, y con MILAGRO hasta la muerte».

En su parcela Erick Rodríguez Cruz aplicó: NUTRIGOLD, ENGORDADOR, LONITE HUMOS, SILIMAX, ACTIVA, BORAMIDE, KIFORCE.

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Con Milagro mientras Dios lo permita

Ingeniero Erling Moreno con el productor don Óscar Fuentes Alaniz.

Como buen ingeniero, experto en el cultivo de hortalizas, Erling Moreno se conoce al dedillo todas las comunidades y recovecos de su zona, La Trinidad, Estelí.

Un día de tantos este ingeniero de palabra fácil y pinta de norteño puro, conoció a don Óscar Fuentes Alaniz, en ese entonces un atribulado agricultor de Las Tablas. Este don Óscar, acababa de tener una pérdida grande en una chiltoma y un tomate en su huerta de Las Gavetas. Y la que estaba cultivando en ese momento iba por el mismo camino.

“Yo le echo lo que me daba la gana a los cultivos, no le voy a mentir”, le dijo don Óscar a Erling, muy en el seno de la confianza mientras se lanzaban un cafecito.

Entonces Erling, siempre voluntarioso, le dijo que no se preocupara, que haría mediciones.

Una vez midió con sus instrumentos, se dio cuenta que estaba ante un suelo ácido, de alta conductividad eléctrica y con el calcio bloqueado. Y de ahí la consecuencia de falta de ahijamiento y abortos.

Pero no se me preocupe, le dijo Erling a don Óscar, esto ya lo vamos a arreglar. Y sin perder tiempo ahí nomás procedió a aplicar LONITE HUMUS y SILIMAX.

Don Óscar

Luego le recetó ACTIVA, ZINCBORO PLUS y MIPOTASIO. Y 15 días después aplicó ACTIVA, CALCIBORO y MIPOTASIO. Además de KIFORCE contra los ácaros y ALBAMIN como bioestimulante. Todos, por supuesto, de la línea de foliares MILAGRO.

Y ahí nomás todo cambió para don Óscar. La plantación cobró vida. Se acabó el aborto y el ahijamiento fue tremendo.

Don Óscar, muy agradecido, hoy da gracias a Dios que le haya puesto a Erling en su camino. “Es que miramos rapidito el rendimiento”, dice feliz, “¡viera el frutal!”. Y a continuación recomienda a todos los productores que no duden en aplicar los productos MILAGRO.

“Porque nosotros, y si Dios lo permite, solo vamos a aplicar productos MILAGRO de ahora en adelante”. Finaliza sonriente en medio del verdor de su cultivo de chiltomas y tomates.

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Cactus en Nicaragua: un espectáculo de color y asimetría

Comenzó a coleccionar cactus y suculentas por pura curiosidad. Las primeras plantitas en su patio fueron de las más comunes. Las que iba recogiendo en los descampados y páramos pedregosos. Luego su afán se fue haciendo pasional. Absorbente. Hasta el grado de llegar a importar de otros países los géneros más raros y exóticos.

Para Willman Potosme Cano son más veinte años en el afán. Años de permanente curiosidad y oficio. De dedicación absoluta.

Coleccionar cactáceas es un pasatiempo que cada día va sumando adeptos en Nicaragua. Pero para este hombre nacido en San Juan de Oriente, cuidar y mimar los cactus es algo más que un entretenimiento: es casi una religión. Tanto así, que hasta hay días en que se le olvida desayunar y en otros hasta de almorzar por estar concentrado en la faena.

La colección personal de Willman es un espectáculo de color y asimetría. En su invernadero destacan cactus de las formas más inverosímiles. Algunos hasta parecen plantas alienígenas. Una orgía colorida ante la que este joven de hablar pausado sonríe satisfecho.

Para Willman el mundo de los cactus es un estilo de vida. Una práctica que le da tranquilidad. Que hace que se le olviden los problemas cotidianos.

Y cuando habla de la especialidad que debe tener con las plantas, remarca la importancia de los productos MILAGRO. FOLIAR PLUS principalmente. Con este producto la experiencia ha sido más que satisfactoria porque, según Willman, le ha caído como mano de niño a sus plantitas. Súper refrescante.

Willman también recomienda ENGORDADOR MILAGRO para una perfecta nutrición. 100 gramos por bombada de 20 litros de agua.

Estos dos productos se pueden aplicar mezclados los dos en la misma bombada.

Y para el problema de hongos y bacterias, el producto que mejor le resuelve es el PROMET COBRE. 30 CC por bombada de 20 litros de agua. (Este aplicarlo solo).

Willman Potosme Cano es una muestra de que la felicidad puede estar más cerca de lo que uno se imagina; es decir en las pequeñas cosas.

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MILAGRO en el cerro La Mokuana

Don Lucas Martínez

Don Lucas vive al pie del cerro La Mokuana en La Trinidad, Estelí. De hablar pausado, don Lucas hilvana las palabras con tanta naturalidad, que hasta dan ganas de quedarse platicando todo el día con él.

Este señor es el típico campesino jovial y amistoso que acostumbra recibir a las visitas con tortillas recién sacadas del comal, cuajada, crema y café humeante.

Cuando se le pregunta sobre su trabajo, sonríe y empieza a recordar el día en que su padre lo llevó por primera vez a trabajar la tierra. En ese entonces se surqueaba con bueyes y se regaba con motor. Dice.

Con solo escucharlo hablar, uno de inmediato se da cuenta que este hombre se sabe al dedo el teje y maneje el oficio de producir hortalizas.

Muy orgulloso, don Lucas siempre lleva a sus amigos a hacer un recorrido por el plantío de chiltomas ubicado en la parte trasera de su casa. Desde ahí, el cerro La Mokuana se ve tan imponente que hasta parece que se le va a venir encima a uno. Este cerro, fuente de leyendas y embrujos, está rodeado de un archipiélago de fértiles comunidades que tradicionalmente han sobrevivido cultivando hortalizas.

Según va contando don Lucas mientras avanza entre los surcos de su invernadero, ahora todo es muy distinto a como era en los tiempos de su padre. Antes la fertilización era totalmente edáfica. Hoy día, la irrigación se hace por goteo. «No estábamos tan tecnificados», dice.

Don Lucas Martínez no tiene reparos en expresar que los productos MILAGRO han venido a cambiar todo. «No hay que quitarles, son buenísimos. Y por eso nos sentimos alegres porque han dado muy buenos resultados. Aquí aplicamos toda la línea MILAGRO».

A continuación, se explaya mencionando todos los productos que ha aplicado en su cultivo: LONITE HUMUS, SILIMAX, KIFORCE, ALBAMIN, ACTIVA, MIPOTASIO, BORAMIDE, PROMET ZINC. Y con entusiasmo recalca que los resultados han sido maravillosos. «Los productos MILAGRO nos han venido a favorecer porque son productos de precios cómodos. Son una bendición. Y por eso no es a uno que le he dicho, es a muchos que le he dicho que nosotros debemos usar estos productos porque bajan costos».

La Comunidad de don Lucas y su familia se llama Las Gavetas. Un remanso de tranquilidad en donde los técnicos de PROFYSA acuden religiosamente con el único propósito de darle una promotoría efectiva en tiempo y forma. Don Lucas lo certifica y los técnicos lo agradecen porque ahí se sienten como en casa.

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PROFYSA: un barco con mayoría de edad

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino. (Gabriela Mistral).

Estimados colaboradores y amigos:

Cuando se es joven la vida parece interminable. Tan eterna como una carretera sin destino. Pero conforme nos hacemos mayores esa sensación se va esfumando. Es entonces cuando con sorpresa nos empezamos a dar cuenta de lo corta que es nuestra existencia, y por tanto se va acercando el momento de hacer cuentas: sacar en claro qué hemos hecho y que falta por hacer.

PROFYSA es un barco con mayoría de edad en un viaje constante hacia el futuro.

Y de ese viaje hoy decimos con propiedad que ha sido bueno. Que ha valido la pena. En el recuento de estos primeros cuarenta y cinco años hay tanto de qué enorgullecernos y vanagloriarnos.

Podríamos mencionar que hemos sido agentes de cambio. Que hemos transformado la forma de hacer agricultura. Que tenemos más amigos que clientes. Que lo hemos hecho tan bien que hasta nos imitan. Y mucho más.

Sin embargo, bastará con hacer un guiño al activo más importante y más preciado: el talento humano. Y en eso estamos seguros que somos insuperables. Inimitables. Porque PROFYSA no sería tal sin la capacidad, disposición y voluntariedad de los hombres y mujeres que aportan su bien más preciado para hacer andar esta nave. Porque no hay valor más grande en la vida que el tiempo.

Somos equipo, somos familia 1

Gracias a todos. Gracias por sus talentos y afanes. Por dedicar sus mejores horas a esta organización y por la lealtad de cada día. A cuarenta y cinco años de existencia, el team PROFYSA hace más certero que nunca, cierto aforismo que dice que lo que hagás por vos, lo hacés por el otro.

Y es que no hay duda de que más allá de la natural prioridad individual de cada colaborador, en PROFYSA prima la colectividad. Los resultados en estos primeros 45 años lo confirman.

Felicidades y adelante:

Gerencia General/PROFYSA

Somos equipo, somos familia 2

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Quería ser médico, pero se le quitó la idea

Ing. Samuel Palacios Escobar

Soy Samuel Palacios y nací en Los Cerritos, Jinotega.

Quiero contarles que cuando yo estaba chavalo quería ser doctor porque me llamaba la atención eso de curar a la gente. Entonces yo miraba las dificultades de los habitantes de la zona de Los Cerritos y Namanjí con las enfermedades. Y es que cuando alguien se ponía mal, había que buscar cómo llevarlo a San Rafael, y pues, a mí se me figuraba que en ese trayecto el enfermo se podía morir.

Entonces yo me decía: «un médico aquí sería de gran ayuda para todos».

Pero ya después con el paso del tiempo, y conforme fui creciendo, se me fue quitando la idea de ser doctor. Entonces pensé en estudiar ingeniería agronómica, y bueno, el resto es historia: logré graduarme de ingeniero.

En realidad todo cambió desde que empecé a ayudar a mi padre a labrar la tierra. Y ahí fue la revelación: aunque el trabajo en el campo era duro a mí me brindaba una satisfacción desconocida. Luego comprendí que era cosa de vocación. 

Quizás el efecto de ver que los frutos de mi sudor ayudaban al sustento de mi familia, hizo que me olvidara de la noble profesión de la medicina.

Hoy día tengo veintiséis años, y aunque me sigue gustando la medicina, por nada del mundo dejaría de trabajar la tierra.

Antes sembrábamos cebolla. Sin embargo, este año nos ha ido muy bien con la chiltoma. Estamos teniendo una gran cosecha. Y la verdad es que estamos encantados porque una vez más hemos tenido una gran ayuda de los productos MILAGRO de PROFYSA.

Productos MILAGRO

Hemos hecho aplicaciones de Albamin, Kalex, Enraizador, Oligomix, Mi Potasio, Engordador, Foliar Plus, Boramide, Lonite Humus, Activa, MICOSAT F1 y solubles. Todo en tiempo y forma, y el oportuno asesoramiento de los ingenieros Alí y Jorge de PROFYSA

Mi padre, Ernesto de Jesús Palacios, es un señor de experiencia en esto de las hortalizas. Y tanto a mí, como a mi hermano Abraham, que también es agricultor, nos dice: «Muchachos, sean inteligentes, busquen productos de resultados. No se dejen dar vuelta con productos no confiables».

Y nosotros tratamos siempre de hacerle caso porque él tiene la voz de la experiencia.

Acá en Namanjí y en Los Cerritos, los agricultores utilizamos los productos MILAGRO y MICOSAT.

Haga la prueba, vaya y pregunte y casi todos le van a decir lo mismo: «En Namanjí todos aplicamos Milagro».

Es que para tener una buena cosecha es preciso trabajar inteligentemente; tomar buenas decisiones.

Y las buenas decisiones empiezan con MILAGRO y MICOSAT.

Finalmente quiero decir que debemos seguir adelante, siempre alentándonos para continuar en la lucha.

Testimonio de Ing. Samuel Palacios Escobar
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En Nicaragua: fábrica natural de raíces

Una foto. Un pedazo de suelo. Una parcela de café a cargo del Ing. Wilmer Gadea en Los Encuentros, Jinotega.

A simple vista la imagen es increíble: un cúmulo sorprendente de raíces níveas y rosáceas sobresalen a flor de tierra.

Ante la imagen uno se pregunta:

¿Es posible que unas plantas que hasta hace poco botaban las hojas por el efecto de hongos y bacterias ahora estén reverdecientes y revividas?

¿Cómo fue que un suelo compactado y con problema de acidez se convirtió en una descomunal fábrica de saludables raíces?

Pues gracias a la tecnología de MICOSAT F, una descomunal fábrica natural de raíces que se ha venido inoculando en los suelos de Nicaragua desde hace más de tres años.

Pero ¿qué es MICOSAT F?

MICOSAT F es un consorcio de microorganismos benéficos que a través de un proceso de vinculación, establecen una relación de beneficio mutuo con la planta.

¿Y esto cómo sucede?

A través de un intercambio o simbiosis: el hongo recibe sustancias energéticas, y la planta, por su lado, absorbe elementos que la nutren y protegen.

Un dame que te doy.

Una compensación recíproca entre la planta y los microorganismos. La planta le da sustancias energéticas a estos microorganismos, y estos a su vez, le regalan a la planta un mayor contribución nutricional. Este enlace funcional se denomina micorriza.

En los departamentos de Jinotega, Matagalpa, Nueva Segovia y Madriz, un buen número de agricultores han apostado al uso y aplicación de MICOSAT F, en sus cuatro productos: MISCOSAT SEMI,  MICOSAT F UNO, MICOSAT LEN y MICOSAT TAB PLUS.

Y los resultados han sido excelentes. Los cafetales y plantaciones afectadas van renaciendo y las cosechas abundantes dan fe de los beneficios de MICOSAT F.

Este producto aumenta la tolerancia al estrés, previene enfermedades radiculares, optimiza el uso de fertilizantes, aumenta los antioxidantes en los productos de la cadena agroalimentaria, y ayuda a recuperar los suelos desgastados y pauperizados.

MICOSAT F es el fruto de años de investigación de los científicos de laboratorios CCS Aosta de Milán, Italia.

Son productos totalmente orgánicos, biológicos e idóneos para la agricultura armónica. Y por completo inofensivos para el medio ambiente.

En hora buena. ¡La fábrica de raíces MICOSAT F se ha instalado en Nicaragua!

Y llega de la mano de PROFYSA, Futuro y Vida.

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Don Ricardo y su agroservicio en Cuajiniquil

Familia Tórrez-Soza

Al dar la vuelta en un recodo de la carretera, el viajero que va a Terrabona se topa de pronto con las casitas de la comunidad de Cuajiniquil.

En ese lugar, a pocos metros del adoquinado y frente a un plantío de tomate se encuentra el Agroservicio Tórrez de don Ricardo Tórrez Martínez. Punto de referencia importante en la comunidad, este emprendimiento es el sitio en donde se dan cita los campesinos y agricultores de la zona para obtener los productos necesarios para la siembra. Y entre estos insumos, los más populares son los fertilizantes foliares MILAGRO.

Desde muy temprano en la mañana, ayudado por su esposa doña Rosa María Soza Pérez y su hijo Ricardito (futuro ingeniero agrónomo), don Ricardo atiende a los productores con paciencia y voluntad.

Ricardito, don Ricardo y doña Rosa María

Cuenta don Ricardo que hasta no hace mucho, en el municipio de Terrabona poco sabían de los productos MILAGRO. Quizá porque todavía no estaba adoquinado el camino o porque no había quien los distribuyera. Por esa razón los productores aplicaban otros productos. Los que a duras penas lograban encontrar; sobre todo insecticidas y bactericidas. Es decir: “se mataba a lo descosido”, afirma sonriendo don Ricardo.

Entonces a don Ricardo, agricultor de toda la vida, se le enciende la chispa y se decide a instalar un negocito para atender a los agricultores de la zona. Para que no tuvieran que estar viajando hasta Sébaco a comprar los productos MILAGRO.

En medio de su plantío de cebollas

Desde entonces en Cuajiniquil y Terrabona es normal observar a la vera de los caminos, por sobre las lomas, y entre los valles, hermosos plantíos de tomate, pepinos, cebolla, frijoles y maíz. Todos reverdecientes. Todos llenos de vida gracias a la moderna tecnología de foliares MILAGRO.

Y aunque a don Ricardo le va bien en su agroservicio, no ha dejado de cultivar la tierra. Y como buen trabajador se enorgullece de sus siembritos: una tomatera que ya comienza a frutear, una manchita de cebollas y otra de pepinos.

Con pepinos a mano

Don Ricardo es un luchador que al lado de su esposa y de su hijo se siente doblemente respaldado por los productos MILAGRO: primero porque son de gran ayuda para sus cultivos; y segundo porque es un producto de alta rotación en el agroservicio: “Viera cómo se los llevan”, dice satisfecho.

Y los agricultores de la zona de Cuajiniquil, Terrabona, esos están más que contentos porque ya no tienen que viajar a Sébaco o Darío para conseguir la solución a los problemas de sus cultivos: los productos MILAGRO, “El milagro de la agricultura”.

La historia de Don Ricardo en YouTube
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Víctor Fornos: enamorado de la caficultura

Víctor Fornos y su pequeña

El más joven de los Fornos, es un ingeniero civil que actúa y habla con la propiedad de un caficultor de cepa.

Cómo buen descendiente de una estirpe dedicada al cultivo del grano de oro, Víctor reconoce la importancia de su padre y de su abuelo en su formación como caficultor, de ellos aprendió los secretos del oficio.

De treinta y un años de edad, Víctor Ramón Fornos Rugama de La Estrella, Yalí, Jinotega, ya puede jactarse de tener su propia historia.

«Comencé siguiendo los pasos de mi padre. Luego me fui a estudiar. Me gradué, trabajé en mi carrera, pero un día el gusanito de la caficultura me hizo volver. Y aquí estoy».

Recién cumplidos los veintitrés años, Víctor regresó a La finca Flor de Café en la comunidad de La Estrella y poco a poco, y no sin esfuerzo, fue haciéndose de sus propias parcelas. 

Ingeniero Víctor Fornos con el ingeniero asesor PROFYSA Eliar Rizo

En un comienzo eran dos manzanas. Ahora suma diez. Aun así, los problemas no han faltado.

«Hace un tiempo me preocupé mucho al ver que una parcela nueva la teníamos en ruinas». 

Según Víctor, la parcela presentó diversos problemas: hongos, bacterias, plantas desfoliadas y pérdida de crecimiento.

Entonces comenzó a pensar como hacer. Y fue cuando se encontró con el vídeo de don Luis Castillo en la página de Facebook de PROFYSA.

El testimonio de don Luis contando su experiencia con MICOSAT, convenció a Víctor de seguir el camino de los microorganismos.

«Apliqué MICOSAT F UNO a la raíz. Y ahí nomás el  café comenzó a mejorar». 

Las plantas recuperaron turgencia, color y sanidad. Y aparte del buen crecimiento y maduración, no hubo granos chasparriados. Eso permitió que a la hora de la cosecha y el lavado, el rendimiento fuera mejor, pues ya no hubo carencia de mucílago en el grano.

Según Víctor el efecto de MICOSAT es cien por ciento efectivo. 

«Usted lo puede ver en la cantidad, en la longitud, y en el blanco reluciente de las raíces».

La dosis de MICOSAT F UNO es 2.5 kilogramos por barril. Aplicados al drench en la raíz.

Además de MICOSAT Víctor aplicó ALBAMIN, ACTIVA, FOLIAR PLUS, KIFORCE y PROMET COBRE contra las bacterias. Todos productos MILAGRO.

Víctor Fornos, quien asegura estar enamorado del cultivo del café, se enorgullece de su espíritu curioso. A él no le gusta que le cuenten cuentos; sino que prefiere ir probando los productos. 

Y sonriente y con optimismo concluye:

«No hay duda que con MICOSAT mi café tiene futuro. Voy a tener suelos sanos, me va a aumentar mi cosecha, y por ende, [todo eso] me va a ayudar a mi estabilidad económica».  

Víctor Fornos Rugama y su historia MICOSAT
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Milagro en el calor más caliente

Dos hermanos ingeniosos de El Viejo Chinandega

Cristian Bismarck y José Antonio Pérez-Pérez

Bajo la sombra de un árbol solitario un grupo de muchachos descansa luego de una jornada de trabajo. El clima es tan, pero tan infernal, que bien se podría hornear una sartén de rosquillas en medio del rastrojo.

Aunque pronto será mediodía, la hora del diablo según la tradición, los jóvenes ni se percatan del bochorno; mucho menos de los chorritos de lodo que se escurren en sus rostros morenos. Solo sonríen, bromean, toman agua y conversan animados como si el calor fuera juguete.

La escena sucede en un plantío de sandías en la Finca El Pastel, al oeste del municipio de El Viejo, Chinandega.

Es increíble como en un paraje a la vista agreste y polvoriento, se cosechan jugosas sandías de gran demanda.

Y los artífices de tan hermoso milagro son los hermanos José Antonio y Cristian Bismarck Pérez-Pérez. Los líderes del grupo de muchachos que sombrean bajo el árbol.

Originarios de la comarca Palo Herrado, El Viejo, los hermanos manifiestan que todo estriba en entregarse de lleno y con amor al oficio de agricultor para que las cosas salgan bien.

José Antonio Pérez-Pérez

José Antonio Pérez-Pérez es abogado. Sin embargo, por herencia paterna se siente agricultor de corazón. Al comienzo él no quería seguir el camino de su padre, así que decidió estudiar derecho; y como era aplicado, coronó la licenciatura sin problemas. Pero luego sucedió que tras los resultados de la siembra de una manzana de sandías los resultados le cambiaron la perspectiva, la visión: «Me encantó sentirle el sabor a eso de obtener el dinero de una sola vez» dice sonriente.

Ante tal descubrimiento José Ángel volvió a la universidad, esta vez a estudiar ingeniería agronómica. Y así, ya preparado se metió de lleno al arte de cultivar sandías por humedad. Y no se arrepiente. Está encantado.

Por su parte, Cristian, su hermano, además de manejar el tractor y supervisar a los colaboradores, es el hombre encargado de las cuentas, de colocar bien el producto, y de que el negocio vaya por buen rumbo financiero.

Finca El Pastel

La historia de estos jóvenes y exitosos agricultores va ligada de manera indisoluble a los productos MILAGRO de PROFYSA, que les provee Agroservicio El Sembrador, de El Viejo.

«Ya llevamos más de cinco años aplicando los productos MILAGRO a nuestros cultivos, y la verdad es que nos hemos quedado con ellos porque se nota la diferencia —comenta José Antonio—: La turgencia en la planta es mucho mejor y se consigue más vigorosidad. Y sobre todo el color: ¡qué belleza de verde da MILAGRO!»

Por su parte Cristian, asegura que son tan poderosos los productos MILAGRO, que aún en mero medio día y con todo el sol encima, las plantas no se caen ni doblan, sino que se mantienen levantadas.

Ellos aplican INICIADOR 9-45-15, NUTRIGOLD 30-10-10, ENGORDADOR MILAGRO, CALCIBORO, KALEX ZINC, ALBAMIN, OLIGOMIX, PEGADOR y otros.

José Antonio aplicando la mezcla con el chuzo

Para aplicar las mezclas, los hermanos Pérez-Pérez han innovado un sistema de irrigación por gravedad. Este ingenio consiste en una pipa de 1,300 galones, halada por un tractor, y un chuzo adherido a la pipa por donde sale la mezcla. Así poco a poco ellos mismos y sus colaboradores van inyectando las mezclas MILAGRO en toda la plantación. Y por supuesto que lo hacen con toda la felicidad del mundo: sin ni siquiera ponerle mente al endiablado sol chinandegano.

Hermanos Pérez-Pérez
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Joven familia con aroma de café

Alison Belén, Yusset Libet y Wilmer Otoniel

Yusset sonríe mientras prepara el café y el gallopinto para los mozos. Wilmer Otoniel, en cambio, va muy serio a dar el rondín de todas las mañanas a su plantación de café, acompañado de su hija Alison Belén. La pequeña de cuatro años que no se le despega para nada.

Yusset y Wilmer son de Pantasma, pero tienen cinco años de haberse trasladado a Los Encuentros, en la comunidad de Los Anisales: exactamente en la frontera entre San Rafael, Yalí y Pantasma.

Para este joven matrimonio cinco años han sido suficientes para construir su propia historia de éxito.

Wilmer Otoniel y sus mascotas Donky y Cocoa

Él mismo Wilmer Otoniel relata su experiencia:

«Cuando llegamos aquí a la zona de Los Encuentros, los vecinos nos decían que estos suelos no eran aptos para el cultivo del café, porque a ellos no les daba bola.

«Y efectivamente a nosotros nos pasó lo mismo cuando llegamos y sembramos las primeras hectáreas: las plantas botaban las hojas, los granos se abortaban y sufríamos con las infaltables bacterias. Entonces preocupados, íbamos y consultábamos a distintas personas conocedoras y no nos daban razón de qué podría ser.

»Pero nosotros somos de mente abierta. Buscamos soluciones. No nos quedamos en el problema. Y así fue como llegamos a conocer MICOSAT. Lo aplicamos y ahí sí vimos el cambio pues pasamos a cosechar entre 95 y 100 quintales por manzanas: buenísimo».

Wilmer Otoniel Gadea Rivera, tiene veintisiete años, es ingeniero agrónomo; y habla con la sabiduría y seguridad de un hombre de más edad. Y esto se comprende mejor después de saber que lleva trabajando en café desde los dieciséis años.

«Me encanta trabajar el café» dice con admirable facilidad de palabras.

Ingenieros Eliar Rizo de PROFYSA y Wilmer Otoniel Gadea

«Es que uno pasa entretenido todo el tiempo y además, es un cultivo muy generoso: da de comer a muchas personas en esta zona de Los Encuentros.

«MICOSAT es un producto excelente». Continúa diciendo Wilmer Otoniel. «Varios caficultores de la zona han visto los resultados y ya lo están aplicando».

«Yo se lo recomiendo a cualquiera porque es un producto de gran beneficio tanto para la planta cómo para el suelo.

»Porque hoy en día tenemos suelos desgastados por el mal uso. Sin embargo, con este producto el suelo se recupera y se protege en gran manera. Es como si se curara de milagro. Viera usted cómo se incrementa el sistema radicular después de aplicar MICOSAT F UNO» dice.

«No nos podemos quedar diciendo que el suelo no sirve. Hay que buscar la manera de cómo salir adelante. Invertirle. Ponerle mente».

Wilmer aplica MICOSAT F UNO dos veces al año: en marzo y en agosto. Cinco kilogramos por manzana.

«Se diluyen 2.5 kilogramos por barril y luego aplicamos a cada planta 100 cc al drench» explica.

«Gracias a MICOSAT, como ven, tenemos una finca nueva. Frondosa, verde. Con excelente floración y gran pegue».

Wilmer Otoniel Gadea y Yusset Libet Montenegro esperan con ilusión la llegada de su segundo hijo.

«Tenemos esperanza y fe en el futuro porque tenemos una finca nueva y sana gracias a MICOSAT». Finaliza Wilmer Otoniel sonriendo y disponiéndose a sorber una humeante taza de café cultivado en su finca de Los Encuentros.

La historia de éxito de Wilmer Otoniel y su familia
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Ni perezoso ni pinche

Don Leandro Meza

Todas las mañanas con el telón de fondo del imponente volcán San Cristóbal, un motorizado ronda un campo de sandías en la comarca El Pastoral. Hoy va solitario, va feliz. Quizás pensando que este año la cosecha va a ser buenísma.

Pero este motorizado no es cualquiera; es don Leandro Meza, un experto en el cultivo de sandías. Un señor que tiene como sentencia que en el rubro de la sandía no cabe ser perezoso ni pinche (tacaño).

A don Leandro el calcinante sol de occidente no le hace ni cosquillas. ¿Y cómo le va a hacer nada si ya son más de quince años labrando los volcánicos suelos Chinandeganos?

Y es que para don Leandro el tiempo no ha pasado en balde. La experiencia que ha acumulado no es jugando. En la zona todo el mundo sabe que este señor, a la hora de encontrar soluciones a los problemas de sus cultivos, no hay otro cómo él.

Según don Leandro, el rubro de la sandía precisa estar diario en el campo. Aunque sea “dando la vuelta del perro”, dice sonriente, porque según él, la sandía necesita mucho ojo: «tenés que estar bien atento».

Don Leandro Meza con el Ingeniero asesor de PROFYSA Mauricio Caballero valorando el plantío

Y sobre todo tener a tiempo las aplicaciones de los productos que necesita el cultivo.

Don Leandro tiene años de trabajar con los productos MILAGRO y es el día de hoy continúa satisfecho con los resultados. Tanto así que no tiene empacho en afirmar: «Lo qué es MILAGRO da calidad». Y agrega que como bróder a cualquiera le recomienda los productos MILAGRO.

«Yo los uso para ahorrarme dolores de cabeza, además no voy a recomendar algo que no he usado. El resultado de MILAGRO yo lo sé».

Don Leandro tiene especial predilección por CALCIBORO, ALBAMIN, OLIGOMIX, ENGORDADOR, Iniciador NUTRIGOLD y KALEX.

Especialmente recomienda CALCIBORO para evitar que la sandía se quede con la cáscara rala

La sandía cáscara gruesa permite más vida de anaquel. Y como al partirla no se quiebra, tiene mejor aceptación en el mercado.

—Aplicá calcio, aplicá CALCIBORO, —repite don Leandro con autoridad— y así vas a tener una sandía cáscara gruesa.

Don Leandro Meza es un hombre noble y feliz. Don Leandro le tiene fe al MILAGRO de la agricultura.

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El niño vende pan que llegó a ser caficultor

Don Santos Martínez (El Gallo)

El hombre que organizaba las peleas callejeras le dijo:

—Vos chavalo vení. ¿Te querés agarrar con ese?

El niño vendedor le contestó:

— No. Es que mi mamá se puede dar cuenta.

El hombre le dijo entonces:

—No tengás miedo, tu mama no tiene por qué darse cuenta.

El niño vendedor la pensó un poco y al final le dijo:

—Yo peleo pero si me compra toda la venta de pan.

—Dale pues —le dijo el hombre que echaba a pelear a los chavalos.

Muchos años después don Santos Martínez González recordaría esa tarde en que supo que con el poder de sus puños podía llegar a ser campeón de boxeo. Pero al final no fue así. El niño Santos nunca llegó a ser campeón de boxeo porque el destino le tenía preparado otros triunfos.

De esos años de peleas callejeras solo le quedó el apodo con el que lo conocen por toda la zona de San Juan de Río Coco: El Gallo.

—Es que yo era bueno a los pijazos —recuerda don Santos sonriente.

Hoy don Santos Martínez González es un destacado caficultor con alto sentido de la innovación. De ello da fe el desarrollo y sanidad de su finca Las Flores. Una propiedad de más de cien manzanas ubicada en la comunidad de Samarcanda en la zona de San Juan de Río Coco. 

Don Santos es un señor afectuoso y conversador que recibe a sus amistades y conocidos en la cocina de su finca. Y mientras ofrece deliciosas piezas de pollo asado y pocillos de café a sus invitados, va contando cómo es que ha logrado hacer tan productiva su plantación.

Don Santos y su hijo Dénilson

—No ha sido fácil —dice—. Pero con dedicación y la buena asesoría de PROFYSA, ahí lo hemos ido logrando. 

A don Santos le brilla la mirada cuando se acuerda del día que llegaron a su finca los ingenieros María José Aguirre y Jorge Chavarría de PROFYSA, para proponerle una solución al problema de chasparria o «mancha de hierro».

Una solución llamada MICOSAT.

—La verdad es que he comprobado que los productos MICOSAT son excelentes —dice don SANTOS y luego agrega vehemente—: estoy encantado.

Don Santos es una persona que no conoce el egoísmo.

—Yo quiero que todos salgamos adelante —dice.

Y es por eso es que ha organizado un día de campo con otros productores de la zona para una charla MICOSAT. Luego de la charla y la comidita, lleva a sus invitados a un recorrido por sus cafetales.

El señor va delante de todos, sonriente, feliz.  Hablando de su experiencia de vida con el café, y por supuesto de MICOSAT. Debido a un problema en la columna, camina apoyándose suavemente en un bordón. Dirigiendo el grupo parece todo un patriarca bíblico.

Don Santos mostrando el cafetal a sus amigos

En un momento de la conversación con sus invitados le da por recordar a su madre

—Aunque éramos muy pobres, mi madre se esmeró con mucho imperio en hacernos buenas personas. Esa señora no se andaba con cuentos —recuerda con nostalgia—. Se hacía como ella decía o si no, agarrate papito.

Y así con el mismo esmero con que a él lo educó su madre, don Santos se ha propuesto con la instrucción de su hijo Dénilson. Un amable muchacho recién graduado de ingeniero agrónomo, a quien don Santos ha designado desde ya su sucesor en el oficio de cultivar el café.

—El seguirá mi legado —dice don Santos—. Para eso lo preparé. Y lo voy a mandar a Italia a que siga aprendiendo en cuanto nomás mejore esta situación de pandemia —termina diciendo don Santos.

Don Santos Martínez González; cariñosamente El Gallo de San Juan de Río Coco

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Eliezer y el oficio más bello del mundo

Fue un día de invierno del año 2012 cuando Eliezer siguiendo el ejemplo de su padre se entregó a tiempo completo al oficio más bello del mundo: hacer producir la tierra.

Hoy recuerda ese día como si fuera ayer.

Ahora su padre ya no está. Se ha marchado para siempre. Pero Eliezer Antonio Ortíz Cruz guarda respeto y agradecimiento por los valores y enseñanzas que él le dio. Y entre esas enseñanzas, la más significativa, según dice, fue la constancia; nunca dejarse arrastrar por el desánimo ni la pereza.

Hoy Eliezer, un joven agricultor de La Rinconada, La Concordia, está feliz y orgulloso de lo que ha logrado. Su manzana y cuarto de tomate dan fe de que supo asimilar los consejos de su padre. Su parcela reboza verdor y sanidad. Y lo mejor: está cargada de tomates. 

Eliezer es un joven de poco hablar. Pero cuando lo hace es categórico. Agradece a Dios las bondades que le ha dado a él y a su familia. Pero es enérgico al afirmar que ha sido de gran importancia las aplicaciones de los productos Milagro y Micosat de PROFYSA.

Según sus palabras, estos productos son tan útiles que ni la piensa para recomendárselos a sus amigos productores. Son productos buenísimos y módicos de adquirir.  Y para terminar agrega:

—Y vamos siempre hacia adelante, a ver hasta donde nos deja llegar el hombre (Dios).  

Los productos PROFYSA que aplicó Eliezer a su tomatera son: ACTIVA, ALBAMIN, AGROSANO, KIFORCE, SILIMAX, MICOSAT, LONITE HUMUS

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Chiltomas de felicidad en El Zapote

Son las once de la mañana y el ajetreo es intenso. Uno tras otro, muchachos y muchachas van saliendo del invernadero. Todos cargan baldes atestados de chiltomas que luego vacían sobre cajillas plásticas.

Al pie de las cajillas y muy atento, un señor moreno y sonriente, lápiz y libreta en mano, toma nota de cada balde que va llegando.

Estamos en El Zapote, una fértil comunidad ubicada muy cerca de San Marcos; una pequeña población entre Jinotega y San Rafael del Norte. 

Oneyda Palacios, San Marcos, Jinotega

Todo es formidable: el invernadero, la plantación, las montañas circundantes cubiertas de neblina, el clima templado y las exorbitantes chiltomas; todas verdes y luminosas.

También es impresionante el afán de una cuadrilla de mujeres y hombres de todas las edades, quienes con ánimo y destreza, participan del ritual: la recolección de chiltomas en la plantación de don Norvin Chavarría.

Sin dejar de poner atención al teje y maneje, don Norvin va relatando su aventura de agricultor de chiltomas. 

El Zapote, San Marcos, Jinotega

Según sus palabras, para tener éxito es primordial la disciplina en el trabajo. Estar atento a cada paso de la siembra; a los procesos y aplicaciones. Sin embargo hace énfasis cuando dice: «Para tener buenos resultados hay que invertir». Y luego, sin dejar de tomar anotaciones de los baldes de chiltomas que van llegando, relata la lista de productos MICOSAT y MILAGRO que aplicó.

MICOSAT-SEMI y F UNO, ACTIVA, MAGNESIO, PEGADOR, OLIGOMIX, CALCIO, ZINC, SOLUBLES, CALCIO-BORO, ZINC-BORO, son parte de la paleta de productos que aplicó don Norvin a sus chiltomas.

El resultado está siendo tan sorprendente que don Norvin está convencido que va lograr cortar unas doce veces en esta temporada. 

«Esta corta es apenas la tercera», dice don Norvin. Y luego agrega que está contento porque ve que el esfuerzo va rindiendo frutos. «Gracias a Dios todo va saliendo bien.» Concluye.

La plática termina. Don Norvin, aunque sonriente y jovial está apurado y debe continuar. 

Por entre las cajillas repletas de chiltomas, los muchachos bromean mientras posan para las fotos. Las muchachas también sonríen a la cámara. Todos se ven contentos.

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Lipululo, buen apio al sur del lago de Apanás

Lipululo es una de las ciento doce comunidades del municipio de Jinotega. Es una comarca enclavada entre lomas reverdecientes y frescas que se recuestan al sur del valle del Lago de Apanás.

Lipululo es fértil y agradecido. De ahí salen granos, hortalizas y vegetales que proveen los supermercados y mercados de todo el país. Zanahorias, repollos, elotes amarillos, tomates, chiltomas, apios y tanto más que alimentan miles de familias nicaragüenses.

En Lipululo vive gente noble y trabajadora que vive agradecida con Dios, con la naturaleza, y con la tierra que les ha tocado. Reconocen la bendición de vivir sobre un suelo fructífero que les retribuye el esfuerzo.

Don Álvaro Antonio Centeno Pineda es un joven productor de apio que venera y quiere la heredad de sus ancestros. ¿Y cómo lo hace? Pues mimando y consintiendo el suelo.

Y en ese trajín de buscar lo mejor para mimar su tierra, fue que a don Álvaro le llamaron la atención unos testimonios en video que vio en Facebook. Testimonios de productores responsables exponiendo los excelentes resultados de los productos agrobiológicos MICOSAT. Entonces sin pensarla mucho se comunicó con un asesor PROFYSA.

Y lo que ocurrió después lo tiene muy satisfecho.

Según sus propias palabras, este año espera grandes réditos, pues la lozanía y sanidad del cultivo es notable. Y más impresionante todavía es la tremenda red radicular que han desarrollado cada una de las plantas.

Poniendo toda la confianza en MICOSAT, don Álvaro no tuvo reparo en aplicar el programa completo de MICOSAT para apio: MICOSAT SEMI, MICOSAT F UNO, MICOSAT LEN y MICOSAT TAB PLUS.

Y a buen tiempo lo hizo porque este año los productores de la zona han sufrido los embates de una enfermedad que todavía no se determina si es causada por un hongo o una bacteria. Un mal que pudre la base de la planta pero que esta vez no afectó el apio de don Álvaro.

Este joven y amable productor Lipululense, agradece a Dios y a MICOSAT que este año las cosas van por buen camino. Sobre todo, porque sabe que MICOSAT además de nutrir y prevenir enfermedades, regenerará su suelo.

Y agrega:

—Con MICOSAT la tierra se siente mimada.

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Agarrando de las mechas las oportunidades

“Aquí nací, en estas tierras. Mi padre era el mandador de don Miguel Tenorio y ahora yo sigo sus pasos.” 

Se llama Santos Guillermo Ríos y es el joven mandador de la finca San Fernando, ubicada en El Pastoral, muy cerca de El Viejo, Chinandega. Es un trabajador responsable y muy esforzado.

Para este hombre de campo este año ha sido significativo pues las setenta manzanas de maní de la hacienda San Fernando están como nunca: excelentes.

Haciendo un alto en su faena, relata que en relación con el año pasado este ciclo esperan una cosecha grandiosa. Las plantas tienen un buen follaje, están bien sanas y de gran tamaño. La carga que tienen las matas es abundante. 

Luego  agrega:

—La diferencia la ha hecho MILAGRO. Porque la realidad hay que decirla, son productos de calidad. 

Santos Guillermo confiesa que el año pasado no se aplicó MILAGRO. Ahora no recuerda, pero por alguna razón probaron otra suerte. 

—Lo importante es aprender —dice sonriente.

Y es que a este hombre sencillo y de pocas palabras, su padre le inculcó que lo importante es sacar provecho de todo: hasta de las pequeñas equivocaciones. 

—Mi padre siempre me dijo que hay que agarrar de las mechas las oportunidades. 

Santos Guillermo asegura que para Don Miguel Tenorio, el hombre que se las juega invirtiendo para hacer producir estas tierras, los productos MILAGRO han sido la mejor oportunidad.

—Y bueno, para eso estoy yo aquí —dice Santos Guillermo—, para hacer que todo salga bien.

Los principales productos que se aplicaron en las setenta manzanas de la finca San Fernando, fueron OLIGOMIX, BORAMIDE, ZINCBORO-PLUS y ENGORDADOR.

Santos Guillermo Ríos
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La felicidad de don Gustavo

Desde muy niño, don Gustavo supo de privaciones. Sufrió en pellejo propio las asperezas. Sin embargo, el entorno no lo amedrentó, más bien lo impulsó a sobresalir.

Tres kilómetros después del empalme de la Mora, al tope del camino se encuentra la pulpería de don Gustavo Chavarría. 

Él acaba de llegar de su finca y se dispone a degustar unos frijolitos cocidos con tortilla caliente, cuajada y crema. Aunque cansado, su rostro rubicundo (curtido por el sol y la faena) luce contento. Viéndolo ahí sentado con el plato en la mano, nadie se atrevería a decir que ese hombre no es feliz. 

Y así es.

Este agricultor es un hombre contento porque además de tener una esposa que lo quiere y lo resguarda, un hijo cariñoso que no se le despega, este año sus diez manzanas de café están como nunca: con buen follaje, buen color, la madera fuerte, lozana y con excelente desarrollo, los árboles cargados de cafetos “granudos”. Y sonríe cuando expresa que no hay plantas vanas.

—Todos los palos están cargados —asevera con propiedad.

Cuando sus vecinos y amigos le preguntan a don Gustavo que por qué está tan bueno su cafetal, él tiene una respuesta contundente.

—Porque además de levantarme temprano a estar pendiente de mi cafetal, invierto. Y lo hago del mejor modo. 

Y luego agrega:

—Pero hay que saber invertir. Y en eso hay que estar claro. Invertir en lo mejor. Y lo que tiene así de tremendo mi cafetal son los productos MILAGRO. 

Don Gustavo Chavarría no tiene miramientos. En todo el año ha hecho ocho foleos. Estos foleos son aplicaciones sistemáticas del programa especializado para café con productos MILAGRO de PROFYSA.

—Yo no les voy a hablar tonteras —dice a quienes le preguntan—, los productos MILAGRO son una bendición. Es una inversión económica, y ya ven: los resultados son una maravilla. 

Desde muy niño, don Gustavo supo de privaciones. Sufrió en pellejo propio las asperezas. Sin embargo, el entorno no lo amedrentó, más bien lo impulsó a sobresalir. Por esa razón don Gustavo es un gran trabajador que sabe estar pendiente de suplir a su familia.

—Este año ya tenemos asegurada la comidita —dice— y eso es una gran cosa.

Don Gustavo es un viejo luchador de la vida. Un señor noble y práctico que busca las mejores soluciones. 

Después de lanzarse su comidita y su cafecito caliente, don Gustavo se dispone a ayudar a su esposa a despachar. Pues los caminantes no dejan de pasar comprando víveres por su pulpería allá en La Mora, una comunidad ubicada unos kilómetros después de La Dalia, en el departamento de Matagalpa.

Productos que aplicó don Gustavo en su plantación

  • Promet Cobre
  • Promet Zinc
  • Boramide
  • 10-30-10
  • Silimax
  • Kiforce
  • ZincBoro Plus
  • Promet Calcio
  • Promet Magnesio

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De transportista a rey del aguacate

Con Junior valorando la cosecha

Madrugar, echarse agua, tomar un cafecito y despedirse de su esposa: todos los días era lo mismo para don Pedro Vindel.

Y siempre rapidito. A la carrera. Porque la vida así se lo exigía.

¿Y cuál era esa su vida?

Pues agarrar el timón de su autobús amarillo para ir a recorrer las caóticas vías de Managua llevando y trayendo pasajeros.

Ya puesto en la calle comenzaban los malabares para don Pedro. Primero con el tráfico para no atrasarse en los recorridos, pues era imperioso llegar a tiempo porque los chequeadores no perdonaban ninguna multa. Y después con los vendedores, mendigos y predicadores que invadían el bus y no dejaban avanzar a los pasajeros por el pasillo.

También había que ir ojo al cristo ante el acecho de carteristas y ladrones de toda calaña; y más atento aún con la injusticia de ciertos policías de tránsito.

 Sin embargo, la angustia mayor le caía a la hora de hacer cuentas. Que el combustible cada vez subiendo y subiendo. Que las llantas. Que el cambio de aceite. Que la vida cada vez más cara. Y para remate, el agotamiento después de pasar la jornada expuesto al solazo de la capital.

Pero un día de finales de febrero el transportista don Pedro Vindel no aguantó más y se dijo:

«Basta de esta vida, me voy a buscar cómo hacer otra cosa».

Sin pensarlo mucho vendió el autobús amarillo y se fue a comprar un terrenito en una zona fresca y verde, allá entre Masatepe y Jinotepe llamada Mirazul del Llano: la comunidad en donde don Pedro vive ahora con su familia cultivando aguacates, frijoles, arroz, y cuanto siembro se le ocurra.

Don Pedro bautizó a su finquita con el sugestivo nombre de “El Edén”. Y de verdad que el sitio es un paraíso de tranquilidad.

De estar en “El Edén” don Pedro tiene un poco más de dieciocho años. Desde entonces todo ha sido trabajo, aprendizaje y mucha felicidad para él y su gente.

Robusto y de verbo fácil, este agricultor no ahorra elogios a los productos Milagro que distribuye PROFYSA. Según dice, los productos Milagro hacen que su plantación pase cosechando casi todo el año unos aguacates que de tan grandes hasta curvan las ramazones.

Don Pedro mostrando el fruto

Pero insiste en testificar que ha sido vital el aprendizaje.

Por eso cada vez que él va a foliar sus árboles, llama al ingeniero asesor Junior Gómez de PROFYSA para que le oriente sobre qué aplicación realizar. Por supuesto que siempre tomando en cuenta en qué etapa están los cultivos.

“La verdad es que yo le he tenido una gran fe al producto Milagro”. Dice don Pedro con seguridad. “Mire esos frijoles”, agrega señalando unos hermosos surcos reverdecientes entre las hileras de árboles de aguacates. Y es que don Pedro no desaprovecha espacio: en medio del aguacatal ha sembrado leguminosas. Y por cierto, son unos frijoles sanos y reverdecientes.

Surcos de frijoles entre las hileras de aguacates

Don Pedro aplica Foliar Plus, 10-30-10, Oligomix, Engordador, El Pegador, Calciboro, Boramide, Albamin y Kalex. Aplicaciones preventivas que evitan que en su finca no haya plagas o enfermedades como ácaros o el cogollero.

«Para lograr esos niveles de sanidad aplicamos los productos Milagro cada dieciocho días —dice—. Y en octubre, sobre todo, lo hacemos cada quince días».

Don Pedro no se cansa de asegurar que el éxito está en el cuido y más que nada, en la inversión nutritiva con productos Milagro.

Y termina afirmando que gracias a su particular esfuerzo, y a Milagro, este año ya tiene asegurada la pólvora china y la comidita para despedir el año viejo con su familia.

Don Pedro Vindel y Milagro; una historia de confianza
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